8 Hábitos Productivos que Odio pero que Aplico cada día

¿Sabes por qué me enrolé en esto de la Productividad Personal? ¿Sabes por qué me apasiona? ¿Sabes por qué se ha convertido en mi forma de vida? Porque algunos Hábitos Productivos que Odio me han convertido en alguien MUCHO mejor. Curioso, ¿verdad?

Mesa Trabajo Habitos Odio

Los Hábitos que enseño a los demás y que practico cada día tapan mis carencias. Algunas gordas.

La trastienda de la Productividad Personal

En ciertos aspectos yo soy bueno o muy bueno. Pero hay muchos rincones donde soy mediocre o bastante malo. Pero esos hábitos, fórmulas, técnicas o metodologías, me han ido cambiando.

Hasta ahí la parte chula. La que reluce. Lo que cuentas en público para sacar pecho.

Luego está la trastienda. Porque en Productividad Personal, al menos en la mía, no todo son luces, colorines y piruletas.

Empezando por ciertos hábitos productivos que odio… y que sin embargo aplico sin saltármelos. Nunca. Y espero que sea así por mucho tiempo.

¿Hacer y repetir algo que odio?

¿Pero por qué lo hago? ¿Por qué ir contracorriente en algo que parece una elección personal? Porque…

  • Hacen que mis tareas me cuesten menos. Me desgasto menos y me voy antes a casa.
  • Me permiten colaborar y comunicarme mejor con los demás. Soy mejor «team player«.
  • Me acercan antes a los resultados, metas y prioridades que me importan. Las cosas por las que me levanto por la mañana.

Me parecen suficientes razones para dar mi brazo a torcer. Para hacer (y repetir) hábitos que no me gustan nada de nada. (A otras personas, probablemente, les encantarán o no les molestarán tanto.)

Seguro que tendrás curiosidad por saber cuáles son mis 8 hábitos productivos que odio… pero que jamás abandonaré:

1 Planificar el Trabajo de mañana al Terminar

Cuando termino mi día de trabajo, no quiero saber nada más de tareas, fechas, entregas, correos. Si termino, termino. Bastantes tareas he visto hoy ya, y bastante me han costado, como para ponerme a preparar las de mañana. Odio planificar, pero lo hago todos los días sin falta porque esa preparación es clave para mi éxito diario.

2 Empezar el día haciendo mi «Roca»

La «Roca» es la tarea más importante de cada día. Pero también la más costosa y hasta aburrida. Y siempre la hago nada más empezar, antes que cualquier otra cosa. Lo odio porque preferiría empezar con algo más suave o entretenido, como leer blogs, revisar mi Correo, o jugar con mis tres perros. Pero lo hago todos los días porque así empiezo el partido marcando desde el minuto uno.

3 Eliminar Distracciones antes de una Tarea

Tengo algo que confesarte: ¡Me encantan las distracciones! Bueno, como a la mayoría. Porque son divertidas, me informan, me permiten estar conectado con los demás, me entretienen… tener que eliminarlas y apagarlas cada vez que necesito concentrarme me parece un coñazo. Pero lo hago. Y siempre. Porque en cuanto lo hago mi mente hace «¡clack!», se dispara, se pone en modo me-lo-como-todo y acabo antes y mejor todas mis tareas. La Monotarea me parece monótana y pesada… pero jamás hago Multitarea.

4 Anotar Tareas y mantener mis Listas

Aparece una tarea y la anoto. Recuerdo hacer algo y lo anoto. Me encargan algo y lo anoto. Y todo bien colocadito con FECHAS. Y luego revisar todas esas listas, actualizarlas, reajustarlas… Bufff, ¡vaya coñazo! Para mí sería mejor invertir todo ese tiempo y esas energías en hacer… pero no. Me sale de dentro y lo hago siempre. Porque me permite liberar mi mente y sobre todo que no se me escapen plazos, fechas y tareas delegadas. Que son muchas y llegan por mil sitios. En lugar de perseguir a mis tareas (como hace la mayoría), soy yo el que va por delante de ellas.

5 Tener que decir «NO» a los demás

Me encanta la gente. Me encanta ayudar, colaborar, participar y crear algo nuevo junto a otros. Y tengo la inmensa suerte de que muchas personas me proponen cosas: colaboraciones, participar, etc. Pero (después de valorarlo) a la mayoría digo «no». Y lo odio, porque me encantaría decir «sí». Pero ese hábito me permite seguir caminando centrado sin perderme, evita que me sature, y sobre todo orientado hacia mis verdaderas prioriades. Personales y profesionales.

6 Preparar antes mis Reuniones

El 90% de las reuniones me parecen una estupidez. Así de crudo lo digo. Y no por ellas, sino por cómo se hacen. Tener que ir a una reunión ya me parece un castigo. Pero tener que prepararla ya me parece una burla de mal gusto. Y aun así, lo hago. Jamás voy a una reunión o hago una llamada de teléfono (¡recuerda! eso es una reunión a distancia) sin antes haberla preparado mínimamente. Así domino lo que se va a hablar, el cliente nunca me pilla en fuera de juego, y mis reuniones/llamadas duran la mitad. O menos.

7 Cuidar la redacción de mis correos y los Asuntos

Cada vez que redacto un mensaje pienso unos pocos segundos, intento sintetizar y ser todo lo claro que puedo, y para terminar me curro el Asunto para que cumpla una fórmula que siempre aplico. Odio todo eso. En serio. Con lo cómodo que sería aporrear el teclado y enviar el correo ¡sin tanto misterio! Pero claro, mi estilo de comunicar, la manera en la que colaboro con otros, y hasta mi propia Marca Personal no serían lo que son hoy.

8 Ser organizado y ordenado en casa y el trabajo

Coloca esto aquí. Devuélvelo a su sitio. ¿Dónde podría poner esto otro? Haz criba de estos archivos. Espera que ordeno mejor. Toca hacer limpieza de papeles. ¿Y si lo organizara con un sistema más óptimo? Ordena y recoge antes de irte. ¡Bufff qué coñazo! Con lo divertido que es coger cosas y dejarlas-tenerlas donde me de la gana. Pero claro, así mi trabajo sería el triple de complicado, me desgastaría buscando cosas, y terminaría más tarde las cosas que quiero terminar ya.

Son hábitos que odio pero que aplico porque me han ayudado a triunfar. Mi éxito viene de hábitos así.

8 hábitos productivos que odio… y que sin embaergo me han hecho grande. Así de claro lo digo. Con cero humildad. Y es que el mérito no es mío sino suyo.

No tengo la más mínima duda que si quitar alguno de ellos de mi día a día, mis delicadas habilidades se vendrían abajo. Por eso invierto en estos y otros hábitos. No me agradan… pero por lo que me dan ¡me encantan!


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