El Laberinto de Inacción: el hábito de querer cambiar sin hacer cambios

Se ha convertido una paradoja de nuestra vida moderno: el deseo constante de mejora personal y productividad se enfrenta a una resistencia pasiva sorprendente. Como si estuviéramos atrapados en un círculo vicioso, devorando consejos, técnicas y libros de hábitos, pero sin tomar medidas reales para realizar cambios.

A eso yo lo llamo el “LABERINTO DE INACCIÓN”, un estado de permanente insatisfacción productiva que parece envolver a cada vez más personas día tras día.

Perdidos en el laberinto

Ahí estás, en medio del laberinto. No te gusta. No es agradable pero como te resulta ya familia, ahí te quedas, dando vueltas. A pesar de que sabes que algo va mal. A pesar de que admites que te gustaría estar en algún otro lugar. Sigues en el laberinto, vagando, sin hacer nada para encontrar la salida (es como una versión algo retorcida del «prefiero lo malo conocido…»).

Conozco personas que han comprado mi libro Superhábitos para luego, con todo el cariño del mundo, colocarlo en la estantería junto a nuestros libros de cocina y novelas de moda será suficiente para cambiar las cosas. «Ya está, me he comprado tu libro, Berto. Seguro que desde hoy mis hábitos serán “súper”». ¿En serio?

Habitantes del laberinto

Estas personas, las que viven en el laberinto de inacción, comparten una serie de síntomas que ellos mismos señalan amargamente: su rendimiento es bajo, se sienten atrapadas en un torrente de tareas, están estresadas, su creatividad es casi inexistente, y apenas tienen tiempo para una vida personal o familiar.

Y hay otro detalle que cada vez veo más: muchas de estas personas consumen vídeos sobre hábitos o siguen cuentas “inspiradoras” en Instagram, que solo sirven para desear los hábitos que no tienen o ansiar un cambio que, claro, no llega porque ellos no lo arrancan.

Actuar, no solo pensar

Leer sobre ello ayuda, pensar sobre ello ayuda, reflexionar sobre ello ayuda, planear sobre ello ayuda… pero todo ello no vale para nada si no tomas acción y lo haces. Cualquier mejora exige un cambio. Deja de darle vueltas y más vueltas, traza un plan pero sobre todo ponte en marcha. Simplemente… comienza.

Renovar tus hábitos puede cambiar tu vida por completo, pero exige,decisiones y esfuerzo. Actualizar tu sistema de trabajo productivo imlica requiere deseo de superación, optimismo, determinación y trabajo. Si buscas eso… ¿estás dispuesto o no?

¿Culpas a los demás?

Una de las excusas favoritas para no salir del laberinto es echar la culpa a los demás. «Es que yo no trabajo solo y es muy difícil ser productivo con mis compañeros… tú no conoces mi empresa». O mi favorita: «es que ahora no es un buen momento, quizá más adelante sea mejor».

Aun sin negar (por supuesto) que los demás juegan un papel clave, y que muchas veces no nos lo ponen fácil, refugiarse en esta “excusa comodín”, no es una buena estrategia de crecimiento personal.

¿Rodeado de demasiadas cosas?

Simplificar, es, entre otras cosas, soltar lastre, en deshacerte de lo que sobra. Este proceso de crear una vida más sencilla y libre de compromisos y cosas innecesarias tiene un propósito claro. No se trata de decir: “mira qué vida más zen llevo”, sino de concentrarte en lo importante.

Cuando eliminas las tonterías de tu vida, puedes ver lo que realmente importa. Tu tiempp y energía va a lo importante, te esfuerzas en lo importante. Tenemos tantas cosas (tareas inútiles, compromisos absurdos, hábitos innecesarios…) en nuestro día a día que es casi imposible salir de ese laberinto. Recuerda, todo lo que no suma, resta.

¿Es realmente «imposible»?

«Es que eso es casi imposible», he escuchado en más de una ocasión. ¡Claro que es difícil!, ¡claro que nadar a contracorriente cuesta! Pero es que si fuera fácil todo el mundo lo haría.

Ahí, la mentalidad y la manera de hablar contigo mismo, cuenta mucho. Ser pragmáticos en esto es vital. ¿Qué crees que funcionará mejor? ¿Encarar el reto con optimismo y un enfoque positivo? ¿O decir antes de empezar que "es imposible?

Como todo el mundo, yo tengo mis luchas, mis victorias y mis fracasos. Quiero decir que hay momentos o incluso temporadas en las que sí, también estoy en ese laberinto. Pero me pongo en marcha, doy pasos y busco la salida. Por esta sencilla razón que he aprendido en mi camino con los hábitos: tengo, en mi mano, el poder de cambiar muchas de las cosas que me pasan o que hago.

Al final del día, la única persona que puede sacarte del laberinto eres tú. Así que, ¿estás listo para hacer un cambio?


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