(El GTD o cualquier otro de los métodos o sistemas que puedas utilizar para organizarte. Porque hablamos mucho de GTD pero ni mucho menos es el único método «moderno» para organizarte. Hay más y muy buenos —en algunas cosas superiores— y a buen seguro iré poco a poco hablando de ellos.)
En los comentarios de la entrada de ayer hablábamos de cómo medir si realmente está funcionando el GTD. Es posible que ya hayas visto alguno de mis screencasts, o que te hayas comprado el libro, o que hayas leído alguno de los buenísimos artículos que hay en muchos blogs, y lleves ya un tiempo poniendo en práctica este método. Seguramente te habrá costado y te has ido adaptando poco a poco, o bien lo entendiste «a la primera» y en poco tiempo te pusiste en marcha. ¿Y ahora qué?
Tan importante o más —yo creo que más— que poner en práctica un nuevo método de organización o mejora es pararte, transcurrido un tiempo, a evaluar seriamente si está surtiendo efecto de verdad. Este es un ejercicio que deberíamos hacer con mucha frecuencia y yo lo considero una parte esencial, repito, esencial, del éxito del GTD o de cualquier otro método. Al final del día, al cabo de una semana, cuando tú decidas, tienes que responder honestamente a estas cinco preguntas:
- ¿He logrado liberar a mi mente de la tarea de organizar para dedicarla a pensar y crear?
- ¿He logrado eliminar la sensación de que «se me escapan» o se me olvidan las cosas que tengo que hacer?
- ¿He logrado reducir o borrar por completo el estrés provocado por tener que gestionar tantas tareas?
- ¿He logrado asumir nuevas responsabilidades o crecer en mi trabajo (o estudios) gracias a una mejor gestión de mis tareas?
- ¿He logrado mejorar mi «flujo de trabajo» diario o ahora es peor por «tener que organizarme» con el GTD?
Y si no está funcionando… es el momento de analizar por qué está fallando y dónde. Yo en su día te di algunas pistas de los errores que yo cometí con el GTD. Si ves que no «acabas de despegar» puedes empezar a mirar por ahí.