«Oiga, pero entonces usted es Mr. Productivo, ¿verdad?». Esto me lo preguntaron el otro día en una entrevista radiofónica. Con todos mis respetos… soberana chorrada. En Gestión Personal ni hay maestros ni Míster ni gurús ni superhéroes ni capitanes ni tengorespuestasparatodo.
El hecho de haber escrito un libro sobre ello, escribir en un blog de forma habitual, y dar charlas y cursos sobre Productividad no te convierte en productivo porque sí. Eso es algo que se persigue y se ejercita todos los días. Y así y todo, fallas. Fallas mucho.
Si algo he aprendido en mi experiencia es que a la hora de buscar ese equilibrio productivo la cagas una y otra vez. Un día tras otro. Somos seres humanos y los malos hábitos tiran de nosotros con una fuerza colosal. En muchas ocasiones han podido (pueden) conmigo.
Este «mea culpa» en voz alta no persigue la confesión y la absolución de quienes me leéis sino llamar la atención sobre ciertos aspectos en los que, igual, tú, también puedes haber tropezado o tal vez lo harás en un futuro cercano.
1Leer, pensar o planificar no es hacer
«El mapa no es el camino», decía Alfred Korzybski. La sobreplanificación o el exceso de tiempo y energías dedicados a concebir y dibujar el mapa es un enemigo real en el que se puede caer con cierta facilidad. Leer, pensar, hablar y decir sobre Productividad está muy bien, siempre y cuando —yo diría «sólo»— si todo eso se traduce en acciones, en hacer.
Si vienes de una desorganización absoluta métodos como el GTD plantean nuevas reglas que, de primeras, logran aliviar tu bancarrota productiva. Pero el método NUNCA es el fin, solo un medio para HACER las cosas. El único modo de completar una tarea no es planificarla sino hacerla.
2Subestimar los descansos entre tareas
Ser productivo no significa trabajar más sino sacar más de tu trabajo. Yo, ahora, trabajo 4-5 horas menos que hace 5 años y mi trabajo (creo) tiene más calidad. Y en ese proceso el descanso entre tareas ha tenido mucho que ver.
Pero no siempre fue así. Durante una época pensé que «no mover el culo» de la silla en cuatro horas era sinónimo de Productividad. Tremendo error. Hacer microdescansos entre tareas es fundamental, esencial, vital… y muy inteligente.
3Creer que la Productividad pasa por la Tecnología
Siempre he sido (y soy) un enamorado de la Tecnología. Desde pequeño rodeado de cacharritos y a la primera de cambio desenfundo la tarjeta de crédito para hacerme con el penúltimo gadget. (Un mal hábito en el que estoy trabajando y he hecho grandes avances :-)
Hay decenas de soluciones y aplicaciones tecnológicas destinadas a organizarnos mejor que como un crecepelo prometen milagros tangibles e inmediatos. Al principio me rodeé de este tipo de herramientas y pronto descubrí que, al menos en mi caso, la verdadera Productividad estaba en lo sencillo, en lo simple, en la falta de complejidad.
Aunque hoy gestiono mis tareas con una aplicación web nunca, por nada del mundo, me despego de un trozo de papel y un bolígrafo. Desde ahí saco casi siempre mis mejores ideas que luego traduzco en acciones.
4Creer que la Productividad tiene respuestas para todo
No todo es de color de rosas, no todos los días luce el sol en el país de la Gestión Personal, y no a todas horas podemos estar dando lo mejor de nosotros mismos.
Ni somos máquinas ni debemos pretender serlos. Se trata, simple y llanamente, de estar ahí, vivir las cosas, concentrarte en lo esencial y disfrutar y hacer mejor cada cosa que haces. Y si no puedes hoy… no pasa nada. A veces no hay herramientas ni mecanismos ni respuesta para muchos problemas. Si no «eres productivo» hoy, simplemente deja correr el día. Mañana tienes otras 24 horas maravillosas para dar lo mejor de ti.
5Intentar llegar a todo
Dice David Allen: «Tú puedes hacer cualquier cosa pero no todas las cosas». Y tiene más razón que un santo… porque nunca, jamás podrás llegar a todas las tareas que se te vayan presentando. Hay que interpretar, decidir y sacrificar. De otro modo caeremos siempre en las prisas, el estrés, la precipitación y al final en la mediocridad.
Hacer menos cosas pero mucho más importantes de forma más consciente, serena y calculada no sólo redunda en un resultado mejor, sino que además te da más control sobre los detalles y capacidad de reacción ante los imprevistos. Aceptar que NUNCA llegarás a todo es el primer paso para hacer (muy) bien lo que tienes delante.
6Ignorar la Evaluación continua
En mi libro hablo de la Evaluación como uno de los pilares de la Gestión Personal. El pararse al día, tres, cuatro o siete minutos para echar la vista atrás y preguntarme «¿cómo lo he hecho hoy?» es fundamental si de verdad persigues mejorar día a día. Al menos así lo veo yo.
Pero no siempre fue así. En mi caso pasar por alto ese momento significó ser incapaz de afrontar los problemas, plantear soluciones y proponer mejoras. Sin Evaluación, repito, al menos para mí, no hay Productividad ni Peter Pan que lo solucione.
7Creer que no podía cambiar ni mejorar
Hay gente que antes de una de mis charlas ya viene y me dice: «Bueno, a ver qué tal va esto, porque yo soy un completo desastre y no puedo ser productivo en la vida». Yo antes solía pensar así pero ¡qué equivocado estaba!
Respecto a eso hay una frase que yo repito con bastante frecuencia y dice así: «Todo el mundo puede cambiar pero no todo el mundo cambia». El modo en el que intentes y pongas en marcha ese cambio es definitivo. Pero todo pasa, inexcusablemente, por querer cambiar de verdad, por querer mejorar. Decir «soy infeliz así pero no quiero cambiar» es algo que yo repetí durante años. Y así me fue.
Lo dejo aquí porque podría seguir rellenando páginas y páginas. He puesto 7 errores pero podría haber puesto 7.000. Pero por algunos había que empezar :-)
¿Y tú?, ¿te animas a compartir algún error que hayas cometido?