Quiero hablarte de un error que cometí hace años, cuando empecé mi proceso mejora personal, hace más de veinte años. Y fue este: no aplicar las ideas que descubría, y centrarme más consumir a lo loco sobre Hábitos y Productividad.
Leer y escuchar sin asimilar ni practicar
Como seguramente te habrá ocurrido a ti, de la mano de libros, artículos, podcasts y algún curso, fui descubriendo decenas y decenas de ideas. Pero en mi afán por mejorar y crecer puse el foco en acumular información, en lugar de centrarme en asimilarla primero, y practicarla con paciencia y rigor después.
Leía un capítulo de un libro o artículo de un blog e internamente algo me decía: «Venga, que pase el siguiente». No sé si me «enganché» al consumo de información sobre Hábitos y Productividad. Pero si aquello no era adicción, poco le faltaba. Pero el problema era este: ni recopilaba, ni asimilaba, ni practicaba la mayoría de aquellas ideas.
Aquel consumo desatado de información no se traducía en lo más importante: hacerla mía. Incorporarla, adaptarla y practicarla.
Por eso quería recopilar algunas claves prácticas para que puedas sacar el máximo a esa información, ya se trate un libro, un blog, un podcast o vídeos de YouTube. ç
1. Haz tus propios apuntes sintetizando ideas
En todos los materiales que te vayas encontrando encontrarás técnicas, propuestas, nuevos hábitos, ideas… Unas te servirán más que otros. Elige tus ideas favoritas y anótalas en una libreta o tu aplicación de notas, o subráyalas si es que las has impreso en algún documento.
Si es algo que vas a hacer de forma frecuente y activa, piensa en la gestión y consulta de esa información. Sobre todo a medio y largo plazo. Busca un formato o herramienta que te permita clasificar, encontrar y repasar de forma ágil. Naturalmente eliges tú, pero mi recomendación es una aplicación tipo OneNote, Notion o Evernote.
2. Escribe tu decálogo de ideas maestras
Si te interesan los Hábitos y la Productividad, sin duda esos apuntes irán creciendo. Y puede que mucho. Puede interesarte tener un apartado específico para las ideas maestras, las que tú consideras imprescindibles, y poder así volver sobre ellas cada cierto tiempo.
Pueden ser cosas relacionadas con el Correo, las distracciones, las reuniones, el descanso, manejar las urgencias, combatir la procrastinación o cómo planificarte mejor. Son rincones que siempre necesitarás tener afilados, porque más o menos todos dependemos de ellos. Y tenerlos a punto significa repasarlos, reforzarlos, mejorar y probar cosas nuevas, si es que lo necesitas.
Escribirlas en un decálogo o en un apartado especial te permitirá tenerlas a mano, y te asegurarás que la información más importante para ti no queda enterrada bajo el resto de cosas.
3. Convierte esas ideas en acciones
A la hora de plantear cambios personales o profesionales, a las personas nos cuesta mucho pensar en términos de acciones. Somos más de deseos: «Me gustaría cambiar esto». «Si hago esto de otro modo seré mejor». Todo está muy bien… como punto de partida.
Hay que saltar al mundo real y convertir todo eso en acciones: «¿Qué es lo que voy a cambiar? ¿Cómo lo voy a hacer? ¿Cuándo voy a empezar?» Después de consultar o estudiar los materiales, traza siempre un plan de trabajo basado en acciones. Recuerda: Tu cambio se construye con acciones, no deseos.
4. Evita probar a lo loco. Dale un sentido
La información sobre Hábitos y Productividad es muy llamativa y a veces dan ganas de «probarlo todo». No te dejes llevar por el entusiasmo del momento o por haber descubierto algo muy novedoso que te invita a empezarlo. Dale un propósito claro.
- «¿Qué busco de verdad con este cambio? ¿Qué me va a dar?»
- «¿Hay una necesidad clara que justifique ponerlo en marcha?» «¿Estoy cayendo en el probar por curiosidad?»
- «¿Cómo lo voy a adaptar a mi caso y necesidades?» «¿Qué pasos concretos y tangibles voy a dar?»
5. No pongas en marcha mucho a la vez
Las ganas por cambiar son buenas y es normal sentir ganas de probar algo si en ese momento sientes que te puede ayudar. Pero hay que saber enfocar el cambio. Intentar muchas cosas a la vez, arrancarlas sin un plan y calendario claros, o intentarlas y no darles tiempo a que echen raíces, son los errores más típicos.
Céntrate en un solo rincón y no pases a otro hasta haber asentado bien los cambios. Los cambios solo valen si se quedan contigo. Si no, son experimentos. Y tú no tienes tiempo para eso.
6. Evalúa cómo vas, identifica avances y bloqueos
Haz autoevaluaciones regulares para medir la efectividad de esas acciones. Necesitas saber cómo van las cosas, si estás siguiendo el plan, si has fallado y por qué. Bastan quince o veinte minutos para pensar y anotar todas estas cosas.
Para que esas evaluaciones sean funcionales y prácticas, y no caigas en el tedio de la repetición, puedes tener un guion o lista de control para seguir un orden a la hora de repasar y controlar cómo vas.
7. ¿Algo no funciona? Traza un plan de reajuste
En tus revisiones de cambio habrá sin duda cosas que se te resistan o donde no logras avanzar, y traza un plan de reajuste específico:
- Vuelve a trabajar los apuntes sobre ese tema. Refresca ideas, analiza cómo las aplicaste…
- Introduce los cambios de forma gradual, y así facilitar que el hábito aterrice mejor.
- Amplía información, por ejemplo consultando mis contenidos o los de otros autores. Hay mucha gente que habla de estas cosas.
- Ten paciencia. Muchos cambios implican nadar a contracorriente. No olvides que en algunas cosas estás yendo contra hábitos que llevan contigo años. Las fricciones y bloqueos son absolutamente normales. No fuerces pero no pares.
Consumir información «a lo loco» sobre Hábitos y Productividad es una opción totalmente válida, tanto como otra cualquiera. Es tu tiempo y tu elección. Con esta entrada he querido llamar tu atención sobre algo que me ocurrió a mí y a más gente.
El aprendizaje y la práctica continua es un camino lleno de descubrimientos, satisfacción y recompensas. Pero si se quiere recorrer bien implica claridad y método. Confío que estas claves prácticas te ayuden en ese camino.