Cómo practicar la «Dieta de Información» (I)

La «Dieta de la Información» es uno de los pilares en la Gestión Personal y uno de los ingredientes más importantes para forjar una sana y equilibrada relación con la Tecnología e Internet. Una de las primeras cosas que le recomiendo a quienes quieren «sacar más horas» al día es empezar a practicar esta dieta.

Originalmente le iba a dedicar un único artículo pero me parece tan sumamente importante que lo desdoblaré en dos. En este primero explicaré en qué consiste y la necesidad de practicarla, y en el siguiente expondré algunas de las claves para ponerla en marcha.

Si al final del día pusiéramos en una balanza la cantidad de información, noticias, detalles y datos que absorbemos posiblemente nos llevaríamos las manos a la cabeza. El problema, y es un problema, es que un altísimo porcentaje de esa información no vale absolutamente para nada. Ni nos ayuda en nuestro trabajo, ni contribuye a formarnos como profesionales ni personas y ni siquiera sirve para distraernos o descansar adecuadamente.

El primer y gran beneficiado de practicar la Dieta de la Información eres tú.

Todos «consumimos» más información de la que deberíamos y ésta no siempre se presenta bajo la bien definida forma de artículo o noticia.

Revistas, redes sociales, vídeos, fotografías, periódicos, comentarios, foros, programas de televisión, tiendas online, periódicos, comparativas, tablones de anuncios, blogs, votaciones y un largo etcétera de páginas web y datos que conforman nuestro sistema de información diario. Todo eso lo engullimos, lo tragamos y lo asimilamos muchas veces sin darnos cuenta. De forma compulsiva e irreflexiva.

Y sin perder de vista toda esa cantidad de información que a diario consumes, y que en la práctica actúa como una hipoteca de tu tiempo y energía diarios, yo ahora te formulo las siguientes preguntas: (Párate unos segundos en cada una de ellas y respóndelas con calma, no te apresures.)

  • ¿De verdad necesitas toda esa información?
  • ¿Filtras con criterio selectivo lo que lees y lo que asimilas?
  • ¿Contribuye cada una de esas actividades a sacar lo mejor de ti?
  • ¿Qué persigues realmente cuando entras en esas webs?
  • ¿Entras «porque sí» o de verdad te están aportando algo?
  • ¿Realmente esa web merece que le dediques diez minutos de tu día?

Esto es lo que llamo yo conducirse y guiarse por nuestra Perspectiva. De ello hablo con mucho detalle en mi libro. De hecho le dedico un capítulo tanto a la Perspectiva como a la Dieta de la Información por la importancia capital que juegan en nuestra Productividad.

Poner a régimen nuestro consumo de información no es fácil, pero una vez que lo consigues, créeme, todo tu panorama personal y profesional experimenta un cambio increíble. Más aún, colosal. Y de lejos ha sido uno de los cambios más grandes y beneficiosos que personalmente he experimentado en mi propia revolución personal.

Poniendo en práctica esta dieta todo tu panorama personal y profesional experimenta un cambio increíble.

Poco a poco (pero ya desde el minuto uno) ves cómo inesperadamente ahora tienes tiempo para otras cosas, para las cosas importantes y las que cuentan. Las que marcan la diferencia.

Además ves que la información que consumes tiene más calidad, te aporta algo de verdad y te ayuda en tal o cual rincón de tu trabajo/vida. Sacas más provecho personal de cada golpe de clic.

Por otro lado te das cuenta que por fin empiezas a cuidar inteligentemente tu energía diaria. En lugar de derrocharla en páginas web o actividades de importancia irrisoria la inviertes en lecturas y actividades que de verdad te aportan algo, tanto a ti como a tus objetivos.

Muchísimas personas cuidan al detalle su forma física y su alimentación pero en cuanto a «alimento mental» se refiere parece que se tragan cualquier cosa. Comida rápida sobre todo.

El primer y gran beneficiado de practicar la Dieta de la Información eres tú. Tu tiempo, tus prioridades, tus objetivos, tu formación y tu equilibrio mental y emocional.

En una próxima entrada explicaré algunas de las claves para ponernos a régimen de toda la información que zampamos a diario.


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