Esto es lo que te pasa cuando vives en el Correo

Se puede vivir en el Correo. Sin ningún problema. Uno se llega a convencer que es vital estar ahí, y que más horas ahí te da una ventaja como profesional o directivo que no se puede desaprovechar. Que ahí, con ese «leo-y-contesto correos a la velocidad del rayo», uno puede llegar a ser más productivo que siguiendo hábitos y fórmulas chorras. Lo piensa desde el director general hasta el último becario en incorporarse al equipo. Pero vivir en el Correo es una pésima forma de vida.

Vivir en el Correo

Ocurre una cosa curiosa con las personas que viven en el Correo: lo defienden a muerte. En cuanto sugieres la posibilidad de que «tal vez» lo podrían hacer de otro modo, reaccionan de forma feroz argumentando que «si no hacen eso no pueden hacer su trabajo… o cierran o les echan». Yo no sé si será para tanto, pero sí sé esto: todos tendemos a creer que tenemos que estar (bastante) más en el Correo de lo que de verdad necesitamos. Es una cuestión de hábitos, de prejuicios y de falsas creencias acumuladas durante años.

Un precio alto. Muy alto…

El problema de «vivir en el Correo» no es ya confundir una herramienta con tu trabajo, o que le regales un Tiempo, una Energía y una Atención que necesitas para otras cosas mucho más importantes. Es que además de todo eso, que se repite a diario y crece de un modo incontrolado, tiene otras muchas consecuencias. Y gordas. Fíjate…

Solo haces lo que dice la Bandeja de Entrada

Claro que hay muchas tareas pendientes, muchas de ellas importantes, y cosas que requieren pensar, estrategia y colaboración. Pero la incesante actividad de la Bandeja de Entrada, con encargos y microtareas que no paran de llegar, te hace mirar solo en una dirección: «tengo que hacer lo que me piden aquí, esto es lo que está pendiente».

Confundes Actividad con Productividad

Verdad de oro: Estar ocupado NO es ser productivo. Pero… eh, cuando uno vive en el Correo leyendo, contestando, escribiendo, archivando, adjuntando, reenviando y buscando, uno siempre está muy muy muy ocupado. Y claro, la mente tiende a creer que eso significa trabajar bien, avanzar y conseguir resultados.

Objetivos cada vez más pequeños y menos importantes

Como te estás acostumbrando a responder y hacer principalmente lo que te piden ahí, también estás acostumbrando a tu mente a no mirar más allá del último mensaje que ha llegado. Cada vez apuntas más bajo, con objetivos menos ambiciosos, buscando resultados más mediocres. Y es que para muchísimas personas uno de los grandes objetivos del día es «vaciar la Bandeja de Entrada». ¿En serio crees que así vas a brillar y aportar todo lo que tú tienes?

Ser más Reactivo y cada vez menos Proactivo

Como dejas de mirar hacia arriba, como solo miras lo más inmediato, como «te conformas» con ir sacando correos a medida llegan, poco a poco te conviertes en alguien más reactivo. Dicho de otro modo: estás ahí para verlas venir… tienes menos inciativa, menos anticipación, menos creatividad y capacidad de liderazgo. Aunque suene un tanto exagerado: «si no entra en la Bandeja de Entrada, ni lo hago ni preocupo por ello».

Uno se llega a convencer que es vital estar ahí, y que más horas ahí te da una ventaja que no se puede desaprovechar.

Más correos = más falsas urgencias y confusión

El Correo es uno de los lugares donde peor entiendes que el «ya» de los demás no siempre tiene que ser el «ya» tuyo. Que alguien te pida algo para «ya», no implica necesariamente que tengas que parar en el acto lo que estás haciendo tú. Puedes esperar a terminarlo (o pausarlo en un buen punto), y luego por supuesto atender lo que te han pedido. Pero esa inmediatez, prisas e impulsividad a la que te acostumbra tu Bandeja de Entrada, hace que cada vez trabajes confundiendo las cosas.

Menos claridad y pausa para pensar

Es difícil pensar con claridad en un campo de minas. Sobre todo si no miras más allá de lo último que te ha entrado y tu mente está enredada con notificaciones y el «tengo que responder ya». Es cierto que en el Correo se pueden tomar rápidas deciciones pero, ¿crees que es un buen lugar para analizar, innovar o pensar de forma creativa? ¿Y para coordinar, liderar y transformar en serio?

Menos nivel como profesional o directivo

Esto, en el fondo, es una consecuencia de todo lo anterior… Como el tono de tus acciones y elecciones diarias lo marcan principalmente los mensajes que llegan a tu Bandeja, ese es el nivel que empiezas a dar cada día. El que menos lo notas eres tú, pero se empieza a ver en tu trabajo, aportaciones, soluciones, propuestas… Y por supuesto lo ven los demás.

Prioridades menos prioritarias

Cuando decides vivir en el Correo… ¿dónde quedan tus verdaderas prioridades? ¿Cuánto Tiempo, Energía y Atención vas a dedicar a lo más importante de tu trabajo? ¿Cuándo vas a encontrar la pausa, claridad e intensidad que tú sabes que exigen las cosas importantes? ¿Vas a recurrir a lo que hice yo de «buscar huecos» en el día? Las prioridades de verdad, o van delante de lo demás, o solo son palabras. ¿Y sabes qué les pasa a las palabras? Que se las lleva el Correo.

¡Viva el Correo! Pero con Hábitos. Marca tú las reglas, toma el control y utilízalo tú a él… O será él el que te utilice a ti.


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