La Productividad que viene de dentro

Hay una productividad de la que se habla muy poco y que tiene que ver con tu cuerpo: cómo lo cuidas, cómo descansas, cómo lo ejercitas y con qué combustible lo recargas. Yo descubrí esto muy tarde, pero a tiempo de corregirlo. Mi Productividad también mejoró cuando me empecé a cuidar.

Uno dice «productividad» e inmediatamente piensa en listas de tareas, en concentración y distracciones, en Email, en reuniones, en prioridades, en urgencias… en todas esas cosas típicas de las que hablamos los que hablamos de esto. Pero casi nadie lo asocia con estas tres cosas: Alimentación, Descanso y Ejercicio.

Cuando hace unos años puse a mi salud y mi cuerpo como mi prioridad número uno, y empecé a tomarme muy en serio esos tres rincones, no tenía ni la más mínima idea del impacto que todo ello tendría en mi rendimiento.

Energía, lucidez, creatividad, empuje, claridad, entusiasmo, habilidad… Todo ello vino de la mano de cuidar y mejorar estos importantísimos rincones:

  • Alimentación. Empecé a comer bastante fruta y sobre todo verdura, eliminando la basura de la que me alimentaba.
  • Descanso. Cuidé al extremo el sueño nocturno (regularizando hábitos, asegurando un mínimo de horas…). Y también el descanso diurno, empeñándome en desconectar y descansar en serio.
  • Ejercicio. Empecé a mover un culo que había estado pegado a una silla durante quince años. Primero caminando y después corriendo.

Dejando a un lado los obvios beneficios para mi salud y mi bienestar, mi Productividad experimentó un crecimiento increíble. «¿Cómo pude trabajar tanto tiempo sin esto?», me pregunte. «Ah, sí, ya lo sé. No trabajaba, intentaba trabajar».

Esta otra «productividad» no la encontrarás en un blog, ni en un seminario, ni en el último libro o instalando una aplicación. Pero está ahí mismo. Está detrás de tu lista de la compra y en tu cocina. También cuando te vas a cama y tomas ese descanso como algo sagrado. Y también cuando sales a caminar, correr o jugar un partido con los amigos.

Esto no es una recomendación de tu médico de cabecera. Es una pequeña confesión de alguien que trabajaba muy mal y ahora mucho mejor. Gracias a esa productividad que viene de dentro.


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