He Hecho un Experimento: Vivir Rodeado de más Distracciones

En el último mes he realizado un experimento curioso: vivir intencionadamente con más distracciones, alertas y notificaciones. He querido ver cómo era eso de vivir y trabajar en un campo de minas, y cómo afectaba a mi rendimiento, mis proyectos, mis tareas…

Vaya por delante que ha sido un experimento de andar por casa. Sólo me ha movido la curiosidad por conocer y conocerme. Así que mis «conclusiones» únicamente son impresiones nada científicas que te transmito tal cual. A modo de comentarios.

Desde que hace años descubrí el extraordinario poder de la Atención y la Monotarea, tanto a la hora de trabajar como en mi tiempo libre, había reducido y eliminado un grandísimo número de las distracciones. Desarrollé ciertos hábitos, rutinas, gestos… «Medidas Anti-Distracciones», las llamo yo. Esas medidas lograron transformarme, sacando una versión nueva de mí que en estos años me ha permitido trabajar de un modo increíblemente diferente.

Las distracciones son algo que yo permito y fomento. Una elección puramente personal.

Tras ese prodigioso cambio ahora sentía curiosidad por saber cómo era eso de estar en el otro lado, trabajando de nuevo rodeado de distracciones, exponiendo mi Atención y Concentración a un bombardeo que se antojaba insoportable. Y sobre todo, ¿qué Berto vería como consecuencia de todo eso?

¿Qué medidas tomé?

Así que hice una pequeña lista, revisé todas mis herramientas, dispositivos y servicios, y empecé a activar aquí y allá notificaciones, avisos, alertas, recordatorios, mensajitos… distracciones en general. Por no extenderme, esto fue lo más representativo:

  • Centro de Notificaciones: activados en mis dos Macs, tanto en el de sobremesa como en el portátil.
  • Notificaciones en mi iPhone. No para todas las aplicaciones que utilizo, pero sí para el 70-80% (las más habituales).
  • Quité el modo «no molestar» de mi iPhone, que habitualmente tengo de 19:00 a 9:00.
  • Reactivé todos los sonidos y vibraciones en mi teléfono móvil.
  • Notificador de correo nuevo: lo instalé en Chrome, para que me avisara de mis nuevos mensajes en Gmail.
  • Notificaciones por Email: avisos, actualizaciones, etc. de servicios o herramientas web.
  • Dejé el Email permanentemente abierto cuando estaba frente al ordenador, con mis tareas (¡algo que no hacía hace más de cinco años!).

Yo no utilizo redes sociales, así que en ese área, no pude reactivar nada. ¡Ni me imagino qué hubiera pasado si también me hubieran llegado alertas de Facebook, Twitter… en mi teléfono!

Efectos

Los efectos que padecí durante la mayoría de los días, fueron los esperados. Pero más agudos y devastadores de lo que me esperaba. Por resumir lo más representativo:

  1. Tardaba mucho más en hacer mis tareas. O bien hacía menos o bien terminaba mi jornada (bastante) más tarde.
  2. Las tareas Clave me costaban horrores. De hecho, en aras de poder terminarlas y hacerlas muy bien, puntualmente tuve que pausar el experimento y quitar distracciones.
  3. Los días en los que no estaba «muy fino» (por no dormir bien, por ejemplo), notaba que las cosas todavía se ponían más cuesta arriba.
  4. Sufría casi constantes parones a la hora de hacer mis tareas. No cada minuto… pero casi. Calculo que cada 3-4 minutos pasaba algo (un sonido, una vibración, un popup…)
  5. En esas condiciones tuve ideas (y alguna buena). Pero creo que más por esfuerzo en «sobre-concentrarme» que otra cosa. No tengo constancia de haber entrado en modo creativo en ningún momento.
  6. Nunca llegué a conectar del todo con mis tareas. Eran cosas en una lista que tenía que hacer, y quitármelas de en medio cuanto antes.
  7. No disfruté de lo que hacía. A mí me gusta «saborear» las cosas que hago. Sobre todo las tareas Clave.

Conclusión

Después de casi un mes rodeado de distracciones mi conclusión es esta: ¡es asqueroso! Nada nuevo, nada que no supiera, nada que no te haya contado desde estas páginas, o predicado en mis cursos y charlas. Pero el haberlo experimentado de nuevo en mis propias carnes, ha hecho que lo vea con más rotundidad si cabe.

Aunque sí descubrí algo nuevo: ahora es mucho peor que hace años. Hay muchas más distracciones, atacan por más sitios, son más intrusivas, más punzantes, más sugerentes, más vistosas. Y además enganchan. Te atrapan.

Mi reflexión de cierre es: ¿cómo alguien puede querer construir proyectos, tener buenas ideas, cumplir con su plan de trabajo e irse a tiempo a casa, cuándo se empeña en ponerse tantas zancadillas de forma constante? Dado que la inmensa mayoría de las distracciones son cuestión de elección personal, esto es algo que no entiendo.


También te puede interesar...