Hay una parte de lo que haces y lo que consigues que se decide a partir de una línea. Y es la que marcan los demás: cómo se organizan, priorizan y manejan las fechas. Ya sean personas de dentro o de fuera de tu equipo. Por supuesto tú no puedes suplantarles y hacer las cosas por ellos. Si son despistados o directamente vagos, tú no puedes hacer nada… bueno sí.
Hay algo que veo que cada vez se descuida más en el trabajo: hay que ser más concretos, claros y específicos al hablar con los demás del trabajo. Si cuidas estos cinco detalles que quiero compartir contigo ahora, vas a notar una diferencia enoooooorme…
Si hablas o escribes, empieza por lo importante
La capacidad de Atención de la gente cada vez es menor. Hacen mucha multitarea, tienen un millón de distracciones y notificaciones, y sencillamente tú eres uno más de tantos que les piden cosas. Así que tienes que capturar su Atención e ir al grano lo antes posible. Tanto en llamadas, videoconferencias, reuniones, conversaciones de pasillo, y sobre todo en tus correos, deja los rodeos y las introducciones y empieza por decir claramente lo más importante: lo que encargas, lo que necesitas, el cambio…
Sé ultraclaro con las tres coordenadas de oro
Graba a fuego estas tres palabras que son puro oro en el trabajo: QUÉ (es lo que hay que hacer), QUIÉN (tiene que hacerlo) y CUÁNDO (se tiene que hacer). Siempre que digas o escribas algo, asegúrate que las dices cla-ra-men-te. Y en el caso de la Fecha (plazos de entrega, fechas límite…), repítela y sé extremadamente específico y preciso. Todo lo que puedas, sé incluso reiterativo. Con las Fechas es mejor pasarse que decirlas de pasada o, peor, no hablar de ellas. En la empresa hay que empezar a hablar más el lenguaje de las Fechas, elimina de golpe muchos problemas y urgencias que machacan los resultados de la gente.
Clarifica correos o conversaciones sin cerrar
Las decisiones no tomadas, las conversaciones sin cerrar, las acciones no aclaradas, son terreno abonado para la descoordinación, los malos rollos, y las urgencias. Y lo mejor es que se curan con una pizca de proactividad e inciativa. Que no te duela dar el paso adelante para aclararlo y cerrarlo. Hablar sale mucho más barato que tener que arreglar una urgencia por no haberlo hecho antes.
Pide las cosas ya, no esperes al último momento
Si tú tienes 1.000 cosas pendientes, ellos tienen 1.001. Y además no son tan rigurosos ni responsables. Así que si tienes que pedir algo, o alguien tiene que hacer algo y puede afectar a tu calendario, no te fíes y muévete. Y sobre todo elimina de tu vocabulario una de las peores frases que puedes decir: «Hay tiempo de sobra». No, no lo hay, porque los plazos que calcula tu mente son irreales, ya que en ese momento no valora todo lo que tienes que hacer, y (peor) todos los imprevistos que no sabe que van a llegar.
Haz seguimiento específico de temas calientes
Tu misión no es ir detrás de la gente recordándoles lo que tienen que hacer y cuándo. Porque si son mayorcitos para cobrar, lo deberían ser también para no olvidar lo que tienen que hacer y cuándo. Pero hay situaciones, tareas o proyectos, que requieren un extra de atención por tu lado. Para casos así, haz un pequeño plan de seguimiento asignando subtareas intermedias («Tal día tengo que preguntar port esto a este tío)», y sus consiguientes correos; para los que incluso puedes tener preparada una plantilla de seguimiento para ahorrar tiempo.
Cada vez la Productividad Personal tiene menos de “personal” y más de colectiva. Por eso te interesa cada vez más afilar estas habilidades que van más allá de tu lista de tareas o eliminar distracciones. Venga, vamos a seguir dándole…