En tu Trabajo-Vida, ¿tienes Claro lo que NO hay que Hacer?

Cuando empieza el día, es casi seguro que tienes bastante claro lo que tienes que hacer: encargos y peticiones de última hora, tareas que vencen hoy, recordatorios… Pero ¿tienes también claro lo que no tienes que hacer? Si algo me ha enseñado la Productividad Personal es que todo consiste en elegir. Empezando por elegir lo que no hay que hacer.

Uno de los errores más extendidos hoy en día es «intentar disparar a todo». Hacer un montón de cosas en la creencia que, sumando actividad, corriendo a todas partes, y llenando horas, es el mejor camino para ser eficaz y productivo (?). Yo trabajé y viví así durante mucho tiempo hasta que me cansé de ir por la vida desorientado y agotado.

A mi modo de ver, todo empieza a cambiar cuando te tomas en serio eso de elegir (lo que por cierto, cuesta). Todo gira a tu favor cuando «centras el tiro», cuando diriges tus esfuerzos, cuando apuntas hacia una dirección, y cuando aligeras y simplificas actividades y tareas.

Pero ahora viene la pregunta de oro: ¿cómo se consigue eso? ¿cómo se aplica esto en la vida real? Porque eso de saber lo que no hay que hacer suena bien, pero ¿cómo se traduce en la práctica? Hoy mismo por ejemplo.

Para mí el saber lo que no hay que hacer es una combinación de tres ingredientes esenciales en todo aquel que no quiere ser una marioneta debería llevar en su bolsillo:

Esa «vigilancia» persigue corregir los desvíos de rumbo en los que caemos las personas en la vida real (¡somos humanos caramba!). Tú puedes tener claro lo que quieres pero a veces, en aspectos o momentos puntuales, haces justo lo contrario. Y esa «vigilancia» implica prestar atención a cuatro rincones de nuestra actividad diaria:

  • Lista de Tareas. Cada día al terminar, cuando hagas la revisión de tu trabajo y la planificación de tareas para el día siguiente, pon cuidado en lo que no tienes que hacer mañana. Hay muchas tareas llamando a tu puerta, pero mañana sólo tienes que hacer algunas. Elígelas con cuidado y criterio.
  • Momento de cada tarea. Hay un momento para cada tarea y una tarea para cada momento. Elegirás la próxima acción en función de tu lista, de tu energía, de tu tiempo… Siempre que hagas algo, pregúntate si eso que vas a hacer, es la mejor tarea para ese momento. Porque, tal vez, sea lo que no tienes que hacer ahora.
  • Momento de ciertas actividades. Hay actividades buenas que, hechas en el momento inadecuado, pueden llegar a ser destructivas. Por ejemplo: ponerte a navegar por Internet y redes sociales en la primera hora del día. A ciertas horas, en ciertos bloques del día, hay cosas que nunca tienes que hacer.
  • Minicompromisos. Cada día llaman a tu puerta propuestas, sugerencias, invitaciones… Llegan por Email, por teléfono, en persona. Son cosas pequeñas, atractivas, inofensivas, sutiles. Y son cosas que, aun siendo inocuas, no deberías hacer. Son cosas que podrías evitar, posponer o simplemente declinar.

En la mar, al hablar de tu posición en la carta náutica solemos decir: «es importante saber dónde estás, tu posición, pero mucho más importante es saber dónde no estás»; es decir, alejado de peligros: rocas, bajíos, temporales, etc.

Yo puedo hacer muchas cosas hoy, y tal vez acierte o no en lo que hago. Pero por favor Berto no te desgastes en lo que no tienes que hacer. No pongas tu energía, tu atención y tu tiempo en cosas que no deberías hacer o que pueden esperar a mañana o la semana que viene. Céntrate.


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