7 rasgos distintos de los jefes más eficaces

Cada vez más directivos, coordinadores y emprendedores buscan «exprimir el día» y sacar más de lo que hacen. Y cada vez más consiguen esa eficacia personal en la que algunos trabajamos tanto. Todo pasa por cambiar de chip, por dejar atrás hábitos oxidados e inútiles.

Durante casi toda mi vida profesional fui jefe, coordinador, directivo. Ahora ya no. Ahora me muevo entre ellos. Trabajo con ellos, voy a sus empresas, les escucho, comparto con ellos mi experiencia y les ayudo a sacar lo mejor de ellos y de sus equipos.

Cansados de lo viejo

La mayoría son personas hartas de pelear contra el «trabajo como un burro pero no consigo resultados», con los viejos hábitos de trabajo que nos han dejado tirados, con agrias jornadas maratonianas, con equipos cada vez más ineficientes, y con una vida personal y familiar cada vez más debilitada.

Muchos consiguen el cambio. Lo veo junto a ellos. Y como persona que se dedica a esto, ¡me encanta!

La eficacia de un equipo no sólo depende del jefe. Pero todo empieza por él.

Muchos lo consiguen porque (por fin) se dan cuenta de algo esencial: no hay cambio sin cambios. Que hay para romper la espiral de improductividad, la inercia de ineficacia, hay que tomar una nueva ruta.

¿Y cómo es ese nuevo camino? ¿Cómo son esos «nuevos jefes» que veo? ¿Qué rasgos comparten?

En «algo» son MUY diferentes

No son dos rasgos… ni siete en realidad. Son más. Pues un cambio personal-profesional (de verdad) es la suma de muchos pequeños ladrillos. Pero hay siete características que para mí los definen muy bien. Y que yo, por mi lado, trabajo cada día para poder contagiárselos…

  1. No se ahogan en un vaso de agua
    Corren menos y piensan más. No se dejan llevar por las muchas falsas urgencias e imprevistos que llaman a su puerta. Antes de cambiar el plan de trabajo de sus equipos o el suyo propio, son muy rigurosos al analizar el imprevisto (de forma ágil eso sí, sobre la marcha). Lo dejan enfriar, calibran las consecuencias, toman la mejor decisión.
  2. Crean una nueva cultura de no-interrumpir
    Saben que ellos y sus equipos dependen cada vez más de las ideas. Y ellas no llegan si durante el trabajo hay barra libre para interrupciones innecesarias. Con franjas de no-interrupción, con momentos para despachar temas, y utilizando mejor ciertas herramientas, logran aumentar el tiempo real de trabajo. Y es un tiempo de calidad.
  3. Logran vacunarse contra la «reunionitis»
    Son conscientes que en las reuniones no se trabaja, se habla de trabajo. Que a más reuniones menos tiempo real de trabajo para hacer lo que en ellas se habla. Que las reuniones son una gran aspiradora que succiona, no ya el tiempo sino la atención, energía e ideas de todos. Ponen el foco en eliminar reuniones inútiles que se repiten, y en buscar alternativas menos dañinas (correo, reuniones exprés, charlas de tú a tú, videconferencia, herramientas de colaboración online, etc.).
  4. Exprimen el inicio del día
    Concentran el trabajo de más calidad en la primera o dos primeras horas del día. Es donde mejor y más pueden hacer. Donde su aportación marca la diferencia. En esas horas no tienen reuniones ni tampoco miran correo ni hacen tareas ligeras. Se concentran en actividades y tareas de alto valor, que es para lo que están ahí. Saben que para dejar huella cada día hay que empezar YA. A primerísima hora.
  5. Saben hablar, pedir, escribir
    La buena colaboración, coordinación y compenetración exige saber comunicar. En reuniones, por teléfono, por correo, en conversaciones de pasillo… Saben que la mala comunicación es si cabe peor que la no-comunicación. Que por ejemplo un email escrito precipitadamente es una bomba que estallará justo en el peor momento. Y que no afectará a uno sino a muchos. La buena dirección exige una comunicación eficaz.
  6. Saben pulsar el botón off (y descansar)
    Saben que el cansancio es el enemigo silencioso (y más subestimado) de la eficacia personal. Que trabajar a deshoras por sistema, no es síntoma de ser buen jefe sino mal gestor de uno mismo. Que las ideas, frescura mental, energía y capacidad que necesitan, sólo llegan si saben echar el cierre, desconectar el cable y descansar a fondo. Que el Descanso es parte del éxito en el trabajo.
  7. Viven fuera del Correo
    Por fin ponen a esta herramienta en su sitio: el Correo no es un lugar para tener ideas, coordinar, analizar, crear o innovar, sino para comunicar. Dejan de una vez de glorificar el Email; y el «vaciar la Bandeja de Entrada» deja de ser una de las tareas prioritarias de su día. Cierran el Correo y lo abren puntualmente cuando van a hacer algo con él (despacharlo). El resto del día se concentran en hacer lo que mejor saben y para lo que están ahí.

¿Es esto tan difícil de conseguir?

Desde luego si uno no se mueve y no cambia nada, ciertamente todo esto parece ciencia ficción. Pero cada vez más jefes se dan cuenta que hay que moverse. YA. Que el «echar horas» y llevarse el trabajo a casa, ya no funciona como lo hacía antes. Ahora ya no les pagan por cargar cajas. El trabajo ha cambiado.


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